Bienvenido, viajero, a las Bodegas Victorino Martín.
Sitúese, si nos acompaña, en una pequeña industria de Villanueva de la Serena, una floreciente y coqueta ciudad en las medianías de la amplia tierra extremeña que da calor, olor y sabor a nuestros vinos. La uva se vendimia de noche, lo que ya es algo inusual y una de las muchas características que imprimen carácter y temple a estos vinos; y en octubre, una fecha tardía, de hecho se trata de la última variedad de la vendimia extremeña.
Una vez en las instalaciones de la bodega, las cajas recolectadas a mano, se descargan una a una sobre la cinta de selección, donde tres mujeres (las mejores manos con las que la bodega cuenta) seleccionan con superior criterio los racimos que se destinan a la elaboración del vino.
Tras un día entero prensándose en nuestros depósitos por obra de su propio peso, obtenemos el preciado caldo que más adelante podremos saborear.
La fermentación del mosto dura, según el año, entre 21 y 27 días, tiempo durante el cual, nuestro enólogo se dedica con toda su sabiduría al mimo y cuidado del vino, y que resultará en el excepcional producto que ofrecen nuestras bodegas y que se puede empezar a consumir tras un reposo en botella de seis meses. Cualidad esta última que le otorga otra de sus particularidades, pues el resto de vinos blancos se pueden beber casi después de elaborarse, y este sin embargo, para completarse, necesita madurar.
Victorino Martín consigue así un tesoro enológico que responde a sus expectativas de calidad y que, además, nace y se sustenta en su preciada tierra extremeña, que tanto le ha dado.